Pequeños hábitos diarios que me han ayudado a vivir con menos ansiedad

Durante muchos años pensé que necesitaba hacer algo “grande” para que mi ansiedad bajara: cambiar de trabajo, irme de viaje, encontrar una solución mágica, un challenge del gimnasio o una terapia que me curara ya.

Y aunque sí he pasado por procesos profundos terapéuticos y espirituales, lo que más ha sostenido mi calma a lo largo del tiempo han sido cosas pequeñas, repetidas.

Pequeños hábitos diarios que se convirtieron en amor propio y formas de vivir: yo les digo mis “anclas” que me regresan a mi estados menos ansiosos.

Son recordatorios diarios que puedo construir mi calma y mi paz sin tener que huir de mi vida o transformarla drásticamente cada cierto tiempo - cosa que trataba de hacer sieeeeempre.

Hoy quiero compartirte 7 de esos hábitos. No para que los hagas todos, ni para que los hagas perfecto.

Sino para que los pruebes, te adaptes cambiando o creando los que te funcionen mejor, y finalmente descubras cuáles pueden ser tus pequeñas anclas diarias - no necesariamente tienen que ser estos, puede ser cualquiera que te funcione.

 
No cambié mi vida de un día para otro… pero sí empecé a cambiar mis días.
— Cristina, Fundadora de CoHeal
 

1. Empezar el día sin correr (aunque sea de 5 a 10 minutos)

Durante años abría los ojos con el celular en la mano y con la mente corriendo antes de poner un pie fuera de la cama. Hoy, me obligo a dedicarme los primeros 5 minutos del día solo para mí. A veces respiro, a veces me estiro, a veces agradezco, a veces me quedo en la cama con los ojos abiertos o cerrados etc.

No importa el estilo de “hace cualquier cosa menos agarrar tu celular”. Lo importante es no empezar el día en modo emergencia ni activando de una vez el estado ansioso.


2. Hidratarme apenas me despierto

Puede sonar obvio, pero no lo hacía. Ahora, antes de revisar cualquier cosa, tomo un vaso grande de agua. Antes me tomaba un té verde directamente para “despertarme”, lo malo es que en vez de hacerme levantarme como princesa de Disney, me levantaba como si alguien estuviera tirándome una bomba en la ventana. Así que, agua it is… Ayuda a activar mi cuerpo, oxigenar mi cerebro, y mandarle la señal de que puede empezar el día con suavidad.


3. Hacer “check-in” con mi mente

Me tomo 3 minutos para preguntarme:

  • ¿Cómo me siento hoy?

  • ¿Hay algo que me está preocupando? ¿Algún miedo?

  • ¿Qué necesito?

Escribirlo o simplemente pensarlo me ayuda a empezar el día desde la conectando con la emoción, no desde la reacción. Es super usual que las personas con ansiedad estemos en modo “on” y se nos facilita desconectarnos, así que busco un tiempo para conectarme conscientemente.


4. Usar la respiración como botón de pausa y reset

No espero a estar al borde de un ataque de ansiedad para respirar profundo. Es mi ancla más funcional y usada.

Cada vez que noto que me acelero o mis pensamientos comienzan a intensificarse, respiro lento y largo - la respiración diafragmática for the win (inhalo en 4 por la nariz, sostengo el aire adentro por 2 y exhalo por la boca en 8).

Este hábito me ha salvado miles de veces de entrar en los bucles de pensamiento. Cuando siento mis síntomas físicos, mentales o emocionales, it’s my go to. Aprender esto es un must.


5. Mover el cuerpo (aunque solo sea caminar 10 minutos)

No hablo de ejercicio intenso siempre. Me encanta hacer ejercicio, y hago regularmente, pero cuando no puedo hacerlo de forma estructurada, busco mover mi cuerpo. Esto funciona para sacar el cuerpo del estado de congelamiento mental. Caminar, estirarme, bailar una canción en mi baño (a veces canto gritando también). Lo que sea que rompa la tensión acumulada (normalmente la siento en mis hombros).

En toda honestidad, esto es de lo que más se dificulta volverlo en hábito, pero poco a poco se puede.


6. Alejarme del celular cuando estoy sobre estimulada

Cuando noto que estoy muy acelerada, no me obligo a seguir funcionando. Pongo el celular en modo avión (o lo dejo tirado en otro cuarto) y me desconecto aunque sea por 15 minutos. Mi trabajo hace que esté conectada constantemente, entonces esta es mega necesaria para personas con trabajos que requieren la conexión eterna de esta generación…

Ese espacio y tiempo me ayuda a escucharme, no solo a reaccionar. Me sirve quedarme viendo a naturaleza, me regresa al cuerpo y puedo soltar esa tensión. Cuando no tengo naturaleza a la mano me tiro al piso y me quedo pensando ahí tirada… works just fine.


7. Escribir lo que me pesa… y soltarlo

Antes de dormir o cuando me siento muy cargada, escribo sin filtro. Se llama la escritura de asociación libre, no mido lo que estoy diciendo, no busco “curarlo” ni que sea perfecto. Yo le llamo el word vomit.

Lo que me da miedo, lo que me enoja, lo que me duele… TODO.

Sacar de la mente y poner en papel es un hábito que me ayuda a no cargar todo adentro y a procesar emociones de una forma que se que funciona. Este es mi top 2.


No es magia. Es repetición.

Estos hábitos no eliminaron mi ansiedad de un día a otro.

Pero con el tiempo, han creado un espacio donde me puedo sentir segura.

Un espacio donde puedo sostener lo que siento sin que me consuma, donde encuentro anclas que se que me ayudan a regresar a la realidad.

Y eso, para mí, ya es pfff ganar en otro nivel.

¿Quieres aprender a manejar tu ansiedad desde la raíz?

Creamos un curso en Coheal con herramientas que te ayudan a entender tu ansiedad, manejar tus pensamientos y reconectar contigo.

Haz clic abajo para conocerlo:

Anterior
Anterior

¿Y si no es solo estrés? Aprende a identificar si lo que sientes es ansiedad

Siguiente
Siguiente

El ejercicio mental que me ayudó a salir del todo o nada