El ejercicio mental que me ayudó a salir del todo o nada
La teoría de las macetas: cómo nutrir todas las áreas de tu vida para manejar la ansiedad
Siempre he pensado que la ansiedad no es algo que se trabaja únicamente con técnicas para calmar lo inmediato (aunque antes obvio pensaba que si). Sí, esas herramientas son necesarias y efectivas, pero no son todo el camino. Hay una parte igual de importante que es muuuy fácil olvidar: revisar cómo están las distintas áreas de nuestra vida.
Esta es la mejor forma que tengo para explicártela: es como imaginar que tenemos varias macetas. En cada una crece una planta que representa un área distinta: la laboral, la social, la personal, la de salud física, la de salud mental, la académica, la familiar… y podríamos seguir (siempre me las imagino de diferentes estilos, tamaños, colores). Cada planta necesita agua, luz y cuidado para seguir viva.
El problema es que muchas veces solo regamos una o dos macetas, dejando las demás secarse poco a poco - story of my life (de antes).
Cuando nos enfocamos demasiado en un área —por ejemplo, estar completamente volcados en el trabajo (workaholics….)— es fácil dejar morir otras plantas, como la social o la de la salud física. O quizá nos metemos de lleno en lo académico, pero descuidamos nuestra vida emocional. El resultado no se siente inmediato, pero tarde o temprano, esa falta de balance pasa factura… y muchas veces la ansiedad es la primera en levantar la mano para avisarnos.
Yo aprendí a trabajar este balance a base de observación y de mucha práctica. Me di cuenta de que, si quería una vida más estable y obvio con muuuucho menos ansiedad, tenía que hacer algo y YA, que era entrenar un músculo muy específico: el de cuestionarme a mí misma. Pararme, mirar cada maceta y preguntarme: ¿cuál estoy dejando de regar?
No busco que todas estén perfectas, porque eso no es realista ni acá ni en ningún lugar. El objetivo es mantenerlas lo más nutridas posible para que ninguna muera por descuido. Ese es mi antídoto contra el famoso “todo o nada”. Porque vivir en los extremos puede sentirse emocionante cuando estamos en el “todo”… pero el golpe del “nada” va a llegar inevitablemente, y es ahí donde la ansiedad suele intensificarse.
Este ejercicio me ha ayudado a mantenerme más equilibrada y a prevenir que una sola área absorba toda mi energía, porque seamos honestos, es MUY fácil que eso pase. Es una herramienta simple, pero extra poderosa, para recordarnos que una vida balanceada es una vida más tranquila, y que la ansiedad necesita de ese equilibrio para no crecer descontroladamente.
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